Día de la independencia.
Emocionado por la tradición,
desde días antes ya había preparado mi guitarra, le compre cuerdas nuevas,
investigue varias canciones que no pueden faltar en una noche mexicana.
Eran como las 10:30 de la noche lleve mi instrumento a la sala, euforico empecé a tocar el cielito lindo; lamentablemente nadie me correspondió
con su canto. Seguí con aquella que siempre canta mi madre: Amor eterno de Roció
Dúrcal. Nada de nada. Resignado espere por mi plato de pozole, y si bien no tenía
suficiente con la decepción de las canciones, mi abuela insistió ver el amargo
y triste grito del señor Peña Nieto. Era un momento en el cual sabes que no
puede ponerse peor. Sin embargo te das cuenta que las cosas se ponen realmente
mal cuando tu hermana PUNK se pone a cantar canciones de timbiriche. En fin ya habrá
otros días patrios…
No hay comentarios:
Publicar un comentario